jueves, 19 de julio de 2012

El largo camino a un mundo mejor (II): Aprendiendo a aprender

Recuerdo un artículo que contenía una entrevista a alguien entonces miembro del gobierno finlandés hace  unos 15 años. Entre otras cosas, hablaban del esfuerzo que había realizado Finlandia en educación en esa década: el principio que se habían fijado es que si bien todo el mundo es libre de elegir entre educación pública o educación privada, ninguna persona sensata elegiría la opción privada si la pública es mejor. Comenzaron entonces un plan de mejora e inversiones que, como elemento estrella, incluía la introducción de los computadores personales en todas las aulas. Esto fue a principios de la década de los 90 del siglo pasado.

Todo esto vino a mi mente hace algún tiempo, cuando se comenzó (o volvió) a tratar la educación española, aunque esta vez con miras a recortar la inversión en ese capítulo.

En alguno de los momentos álgidos del enésimo debate sobre el modelo de educación, en algún medio escrito citaron el caso finlandés. En tal medio venían a retomar una idea que había sido tratada por el diario "El País" durante otro de esos debates sobre educación a los que parece que nos hemos vuelto aficionados. Y digo esto porque discutimos mucho sobre los modelos posibles y lo que queremos, pero no dedicamos mucho tiempo de reflexión al asunto, así que supongo que habrá mucho de afición a este debate.

En el artículo de El País sobre el modelo finlandés se trataban de analizar los elementos que le habían procurado el éxito innegable, al menos en cuanto a las pruebas del llamado "Informe Pisa". El principal elemento considerado fue la autoridad de los maestros y su buena imagen general dentro de la sociedad, seguido de algunos comentarios sobre el sistema de becas de estudios y diversas consideraciones secundarias.

En ningún lado se hablaba de informática.

Incluso se publican artículos que tratan de minimizar el impacto de los computadores en las aulas. Según las tesis de los firmantes, es obvio que por mucho que se añadan computadores en las aulas, si no se les da un uso adecuado, no sólo no mejorarán las cosas sino que incluso serán contraproducentes.

"... un uso adecuado..."

Más desapercibida, como era de esperar, pasó una entrevista de Ana Pastor a  Bernardo Hernández, director mundial de productos emergentes de Google. Entre otras cosas, debería haber llamado la atención cuando Hernández dice algo así como "se deberían potenciar las ingenierías" y "de los últimos grandes éxitos empresariales, casi todos provienen de informáticos".

Parece evidente que de desarrollar redes sociales no puede vivir todo el mundo, y antes o después alguien tendrá que producir patatas y eventualmente matar cerdos, que es lo que se come, y es quizá la razón aducida con más frecuencia para evitar la "tecnificación" de la sociedad. ¿Hay quizás un punto de encuentro entre ambas posturas?

Los últimos años están marcados por la enésima crisis económica del sistema llamado "capitalismo". En dicho sistema, el capital, por su fácil intercambio y movilidad, es el principal factor económico. Tanto es así que el capital puede comprar el factor trabajo. Nos encontramos en realidad en una evolución del sistema feudal, donde los terratenientes son sustituidos por los poseedores de dinero en cualquiera de sus formas, aunque sea cierto que en teoría cualquier persona pueda cambiar de capa socioeconómica sin estar limitada por el parentesco, proporcionando una mayor sensación de permeabilidad entre grupos sociales de la realmente existente. Como ejemplo, de los grandes proyectos del ámbito informático de las últimas décadas a los que se refería Hernández, ni Bill Gates ni Mark zuckerberg eran de clase baja. En ese sentido, Steve Jobs podría marcar la excepción que confirma la regla, según el viejo dicho.

En realidad, las clases que poseen el capital no necesitan que el sistema optimice mucho los recursos disponibles. Uno podría ver esto como que si optimizas mucho los recursos, es como si de repente dispusieses de más: más, por supuesto, a repartir. Y como es de esperar, la posibilidad de perder el control de un porcentaje significativo de dichos recursos es algo que desearán evitar en la medida de lo posible. Es cierto que no se pueden poner puertas al campo, pero un sencillo paseo por el que está cerca de nuestras ciudades o pueblos nos mostrará un sinfín de alambradas y muros que se esfuerzan por conseguir un efecto similar.

De todas formas, no es el uso de los recursos de un país el único motivo para justificar la presencia de computadores en las aulas. Hay uno muy interesante y discutido: la socialización.

Hay mucha gente que se empeña en que en las últimas décadas hemos asistido a una especie de deshumanización del ser humano. Es posible que eso sea cierto. !Y loado sea!

Desde que se forjaron las primeras rutas comerciales, hemos ido reduciendo las distancias entre cualquier punto del globo. Julio Verne decía que podía darse la vuelta al mundo en 80 días en su famosa novela, y no sabemos si lo habría sorprendido mucho un avión militar o un teléfono móvil. Lo que sí sabemos es el efecto que la relación entre seres humanos ha tenido sobre cada individuo: una incesante mejora continua. En mi opinión, es muy fácil odiar o despreciar al desconocido, mientras que no lo es tanto con aquellos que copan las primeras posiciones en nuestras listas de contactos. También aprendemos que los retos de sus vidas, sean sus países más ricos o más pobres, y sus preocupaciones, sus aficciones y deseos no son tan diferentes de los nuestros.

En general, la vida hoy en España, por ejemplo, es mucho mejor que en la España de hace 60 años. Por entonces, la mayor preocupación de millones de españoles era la propia vida, mientras que hoy la mayoría tienen algún tipo de soporte o ayuda, mientras los demás se enfrentan a problemas como pagar la factura del nuevo smartphone. Pero nada es en vano y la sociedad ha aumentado muchísimo en complejidad; también la mejora en la esperanza de vida ha traído consigo un aumento de población brutal que hace que la distribución de recursos sea más compleja. Poco a poco la implantación de computadores es total en cualquier ámbito. La resistencia a los computadores y las redes digitales lleguen y ocupen las aulas (15 años después!!!) es un vano esfuerzo por alejar a nuestra juventud del mundo real en el que les toca vivir.

Y no solo de educación infantil, primaria y secundaria viven las personas. Es llamativo que en el siglo XXI alguien pueda completar una carrera universitaria sin tener la menor noción de informática (donde usar cierta suite ofimática no cuenta como "dominar informática"). Cómo en el mundo actual puede alguien estudiar seriamente cualquier área de conocimiento sin auxilio de la ciencia del tratamiento de la información es una pregunta casi del nivel de "por qué un asalariado puede votar al Partido Popular en España".

Y es que, al final, la computación es simplemente eso: la herramienta del ser humano para aprender, entre otras cosas, a ser realmente humano, lo que quiera que eso con el paso del tiempo signifique.

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