miércoles, 9 de julio de 2014

Camino a Linux: haciendo lo que se puede con un escritorio informático

Recordando aquellos tiempos de oficinista, tenía una mesa enorme con unos diez centímetros de papel que cubrían la mitad de su superficie, amén de las clásicas bandejas apiladas y el archivo propiamente dicho. Y es que siempre había cosas pendientes y el jefe pasaba por allí de vez en cuando, pese a lo mucho que insistía en ser él quien diese el visto bueno a las cosas.

Después he visto cientos de escritorios de oficina, y casi puede considerarse que un escritorio despejado es síntoma de poco trabajo...

Bromas aparte, la mesa del escritorio funciona como una especie de almacén primario de las cosas que tienen más prisa o de las que no sabemos en ese momento qué hacer con ellas. Pero también, con frecuencia, es un buen reflejo de lo mucho que cuesta levantarse para ir al archivo.

Si echamos un vistazo a cualquier escritorio moderno, tenemos una serie de útiles que siempre estarán presentes: una tijera, pegamento, cinta adhesiva, grapadora, calculadora, cajones para guardar cosas, bandejas para guardar papeles, sellos para marcar papeles... sin olvidar de los post-it, tan ubicuos en las últimas décadas.

Un operador informático esperará disponer de equivalentes informáticos a dichos utensilios. Querrá copiar, cortar y pegar cosas de un lado a otro, poder marcar cosas, guardarlas en distintos lugares en función de una serie de criterios a veces casi místicos, tomar notas de alguna forma, disponer de una agenda razonablemente cómoda, y por supuesto tener una aplicación que le permita redactar documentos.

Fijémonos en la agenda: décadas después, a falta de consolidar el impacto de las tabletas modernas, aun no se han reemplazado ni los tarjeteros ni las agendas tradicionales. Muchos oficinistas prefieren una agenda tradicional ya que la mayoría de sus comunicaciones son a través del teléfono. El hecho de que pudiesen hacerse con el computador es un gran desconocido, ni siquiera cuando aplicaciones como skype lo hicieron casi trivial y de bajo coste, cuando no gratuito. Yo tengo mi computador, pero si quiero llamar a alguien lo llamo por teléfono. Es más, aun cuando muchas redes sociales modernas permiten utilizar clientes en el computador, muchos de sus usuarios la mensajería la utilizan con el smartphone: dejan el teclado, sacan el móvil de donde lo guardasen, o lo buscan donde lo hayan dejado, cargan la aplicación de turno, seleccionan a la persona con la que comunicarse, y le escriben con abreviaturas lo que sea.

He querido poner una captura del menú de Windows XP, aunque supongo que no será muy legal: la licencia dice que solo se puede capturar todo el escritorio etc, pero lo que quiero ilustrar es qué trae un escritorio como ése. Así que no sólo añado esa imagen, sino que la pongo bien grande para que se vea.
Si la NSA se chiva a Microsoft, trataré de enviar los demás artículos escritos en sangre para que otros los publiquen ;)

A la izquierda nos muestra accesos para las aplicaciones favoritas, mientras que a la derecha nos proporciona accesos a distintos aspectos del sistema: el panel de control, las impresoras, las principales carpetas donde el usuario archiva sus cosas... En la izquierda al final tiene un enlace a una lista de aplicaciones. Como he dicho en el post anterior, Windows es tan divertido que no clasifica las cosas, sino que cada aplicación se muestra en la carpeta del desarrollador. Así, en la carpeta Microsoft Office tendrás el Office de Microsoft, en la de Adobe tendrás cosas como el Adobe Reader, etc. Lo interesante ahora mismo es observar la carpeta "Accesorios", que contiene cosas como un procesador de textos simple (Wordpad), la aplicación que se utiliza para gestionar el archivo de los ficheros (el Explorador de Windows), un cuaderno de notas (Notepad, que es un sencillo editor de texto), una libreta de direcciones, una calculadora y ciertas herramientas de comunicaciones. Es una gran pregunta por qué también están aquí cosas como el Explorador de Internet (Internet Explorer), pero supongo que entonces le habrá parecido buena idea a quien fuese, posiblemente como una analogía extraña con el Explorador de Windows.

Igual que a un oficinista puede darle pereza llevar continuamente los albaranes al Archivo, y tomarlos de éste cuando los necesita, o coger los folios en el armario cuando los necesita, mejor meterlos a presión en un cajón, también al usuario de un escritorio informático puede darle pereza algo como pulsar el botón de menú, pinchar el enlace del programa en la columna de la izquierda o no digamos ya tener que buscarlo en "Todos los Programas". O puede que no sepa donde guardar un fichero, o no quiera andar a explorar ningún mundo en el disco duro para ver dicho fichero. Así que es frecuente tener el escritorio plagado de accesos directos a aplicaciones y documentos, formando una amalgama extraña y siendo difícil en muchas ocasiones encontrar nada.

Esto puede ser peor ahora que se están popularizando los "indexadores de ficheros". Básicamente, tienes una aplicación siempre en marcha que va creando una lista de todos tus ficheros en función de una serie de criterios. Si antes la gente era perezosa, ¡imaginaos ahora!! Así que cada vez más gente obtendrá enormes listas de ficheros para buscar el suyo cada vez que lo necesite. Es cierto que se pueden utilizar etiquetas y otros seudodatos para facilitar la búsqueda, pero, lamenteblemente, añadir esos datos es algo que se debe de hacer al crear o guardar el fichero, no después de pasarse una hora buscándolo.

Lo que se puede y lo necesario

Está muy bien saber qué herramientas esperamos en un escritorio, pero no es una información muy útil por sí misma. Nos falta lo más relevante: el uso, la causa, el "para qué".

Si has leído literatura de épocas anteriores a la informática, o al menos basadas en ella, si has visto series y películas con tal ambientación, es posible que hayas visto varios tipos de escritorios personales. En ellos, los personajes con frecuencia utilizan su escritorio para redactar alguna carta a sus parientes o amantes, a veces escriben en algún diario y de vez en cuando lo utilizan para leer. En "El Nombre de la Rosa" pude verse un Escritorio (scriptorium) completo, donde los copistas no sólo copiaban los textos de las obras, sino que con frecuencia les añadían sus propias ilustraciones.

El auge del comercio trajo consigo, también, necesariamente, una versión del escritorio pero para asundos mercantiles. Libros de cuentas, facturas, letras de cambio y pagarés, puede que incluso algún medio de cálculo o se pesado... La necesidad de clasificar y tratar la creciente información contable es la que llevó a la creación de la disciplina conocida como "ofimática".

Y sí, la ofimática es más que utilizar el popular paquete "Microsoft Office".

En la informática moderna es posible emplear herramientas de gestión documental,
que nos ayudan a mantener una buena organización de nuestros ficheros. Podemos añadir "metadatos", elementos como etiquetas o banderillas que permiten aumentar la identificabilidad de un fichero. Podemos hacer una foto y añadir, por ejemplo, etiquetas con la gente que sale en ella, el lugar, una temática... podemos almacenar un fichero y añadir una etiqueta para relacionarlo con un proyecto que puede estar almacenado en otro lugar.

Incluso podemos acceder a ciertas características de la llamada "computación en nube" para aumentar nuestra capacidad y disponibilidad. Podemos compartir ficheros entre máquinas, utilizar aplicaciones remotas y un sin fin de mejoras para nuestro trabajo.

Y sin embargo, curiosamente nuestro escritorio informático digamos "profesional" es muy similar al escritorio informático personal. Incluso puede que empleemos las mismas aplicaciones. Y es posible que prácticamente no estemos usando la capacidad de identificar nuestros ficheros con etiquetas. Al fin y al cabo, hacemos aquello que aprendemos y nadie nace aprendido.

La metáfora de escritorio no ha cambiado mucho desde que Xerox la desarrollara allá por los años 70. Ni la versión de Apple ni la de Microsoft presentan cambios sustanciales, más allá de incorporar más elementos y dotarlo de un mayor dinamismo. Al final tienes un menú para manejar las distintas aplicaciones, un panel utilitario en el que diponer información relevante (la conexión de red, la hora,...), alguna forma de acceder a aplicacones activas y widgets basados en botones, casilleros y otros elementos familiares. Y alguna suerte de listado de aplicaciones disponibles. El indexador de ficheros de Apple sonaba terriblemente novedoso en Microsoft, pero los usuarios de Unix sabían que habían dispuesto de locate desde hace bastante tiempo.


En la próxima entrega pretendo abordar el escritorio visto desde el computador, para tratar de entender su funcionamiento, o si se quiere, cómo se plasma la metáfora de un escritorio de trabajo en un sistema informático. Para ello, se hablará de funciones comunes como cortar/copiar/pegar, copiar y mover ficheros, y otras cosas que hacemos siempre que utilizamos uno de estos sistemas.

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